De píxeles a plato, la comida se ha convertido en la nueva frontera deliciosa de la impresión 3D

La agricultura ha recorrido un largo camino en el siglo pasado. Producimos más alimentos que nunca antes, pero nuestro modelo actual es insostenible y, a medida que la población mundial se acerca rápidamente a los 8 mil millones, los métodos modernos de producción de alimentos necesitarán una transformación radical para mantenerse al día. Afortunadamente, hay una gama de nuevas tecnologías que podrían hacerlo posible. En esta serie, exploraremos algunas de las nuevas soluciones innovadoras en las que los agricultores, científicos y empresarios están trabajando para garantizar que nadie pase hambre en nuestro mundo cada vez más poblado.

Las impresoras tridimensionales, máquinas que pueden caber en un escritorio y crear objetos 3D a partir de plásticos, metales y otras materias primas, pueden hacer casi cualquier cosa. Los chorros de alta precisión bombean implantes médicos personalizados con solo presionar un botón. Las impresoras de fibra de carbono escupen prototipos de automóviles con una precisión asombrosa. Y los modeladores listos para usar generan juguetes, joyas, decoraciones para el hogar y ropa personalizados con solo un archivo digital.

Pero hay una nueva frontera en la impresión 3D que apenas comienza a enfocarse: la comida. Las innovaciones recientes han hecho posibles máquinas que imprimen, cocinan y sirven alimentos a gran escala. Y las luminarias de la industria no se detienen allí: piensan que las impresoras 3D de alimentos podrían mejorar el valor nutricional de las comidas, producir esculturas intrincadas a partir de alimentos cotidianos y resolver el hambre en regiones del mundo que carecen de acceso a ingredientes frescos y asequibles.

No hay duda al respecto: la impresión de alimentos en 3D ha recorrido un largo camino. Pero como cualquier nueva tecnología con altas promesas, está lejos de ser una bala de plata.

Los fundamentos de la impresión de alimentos en 3D

La mayoría de las impresoras 3D de alimentos son impresoras de deposición, lo que significa que depositan capas de materia prima en un proceso conocido como fabricación aditiva. Una nueva categoría de impresoras 3D, impresoras de encuadernación, adhiere materiales junto con una especie de cemento comestible.

La última generación de impresoras 3D de alimentos es mucho más complicada, ya que combina boquillas, material en polvo, láser y brazos robóticos para hacer esculturas de azúcar, chocolate estampado y repostería enrejada. Una impresora, la ChefJet de 3D Systems, cristaliza capas delgadas de azúcar de grano fino en una variedad de configuraciones geométricas. Otro, el Choc Edge de Natural Foods, con sede en Barcelona, ​​distribuye chocolate de jeringas en patrones maravillosamente melosos.

La mayoría de las impresoras 3D de alimentos funcionan exactamente igual que sus equivalentes que arrojan plástico: solo extruyen materiales comestibles en lugar de material termoplástico.

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